Adele
vivía sola. Sólo los muros de su
vivienda desgastados por el tiempo y algún que otro aire que se filtraba por la
ventana eran su compañía.
Caminaba todos los días desde su frágil cama apoyada sobre ladrillos que dejaban caer
el polvo cuando se acostaba, hacia una inmensa cocina, atravesando antes un
largo pasillo que parecía encantado, de un costado se escuchaban pájaros que
aleteaban sin pausa, más allá, las ratas que habían ganado una parte del techo
y cual orquesta de percusión sonaban casi siempre , especialmente de noche… y
casi al llegar la cortina de arpillera se movía como en círculos conteniendo el
viento… al fin… la cocina…¿ la cocina?...un mechero de barro y calentado por
leña que ella encendía todas las mañanas, permitía ese mate cocido lúgubre que
acompañaba con galletas duras…¿ qué pasó con
su vida?...se recluyó hace años en este triste e incompleto lugar.
Cuenta la historia que ella tuvo un amante
esposo y dos hijos pequeños y que los
tres desaparecieron. Eran tiempos de guerra, soledad, venganza y muerte . Fueron desgarradores sus gritos , tremendo su
lamento. Cuentan que prometió encerrarse
en esa casa que con tanto amor habían planeado, cuentan también que las
galletas , el arroz caliente y el perfume del viento que la roza son traídos
por duendes que no son más que sus tres amores.
Ella cree en el milagro del reencuentro ,teje
mantas para sus hijos y su esposo…. Y también cuentan que de noche se levanta
a besarlos en medio del silencio…